Este año he escrito más de una vez sobre el Internet, y cada vez que me siento frente a la hoja en blanco vuelvo a pensar lo mismo: el Internet es raro, rarísimo.
Es una red que en su momento fue creada sin un líder, sin jerarquías, sin alguien diciendo cómo debía organizarse. Una cosa que funciona gracias a miles de tecnologías mezcladas electricidad, ondas, cables que cruzan océanos, pero que usamos todos los días sin entenderla del todo.
Y quizá por eso dejamos pasar la pregunta más sencilla y más incómoda:
¿de quién es realmente el Internet?
Lo cierto es que una infraestructura que nació descentralizada hoy está concentrada en muy pocas manos. Nuestros datos se vuelven propiedad de empresas que ni vemos, los cables submarinos pertenecen a gigantes tecnológicos, las plataformas deciden qué vemos y a qué conversación sí tenemos acceso.Un invento que prometía conexión se convirtió, con el paso del tiempo, en un sistema que nos aísla.
Usamos el Internet todos los días, pero rara vez nos detenemos a preguntar qué tipo de Internet estamos habitando.
Y sobre todo:
¿qué otros internets podrían existir?
Porque aunque hoy parezca que el Internet es una sola cosa —rápida, corporativa, extractiva, individual—, la verdad es que siempre ha habido otras posibilidades.
En SOLE Colombia llevamos más de diez años explorando esas posibilidades. No como un proyecto cerrado, sino como una práctica constante: probar, equivocarnos, volver a intentar. Este año no empezamos algo nuevo; seguimos construyendo otro Internet posible.
Este año tomamos una decisión colectiva: usar la tecnología para encontrarnos, no solo para conectarnos.
Creamos otro Internet posible cuando usamos WhatsApp para algo que no estaba diseñado: jugar, investigar juntas, conocernos y conectarnos sin miedo. En lugar de mensajes rápidos y consumo infinito, lo convertimos en un espacio de confianza, cuidado y curiosidad compartida. En un mundo que empuja al aislamiento, usar WhatsApp para construir comunidad fue un pequeño gesto político.
Así nació y se fortaleció la Comunidad SOLE Colombia: un espacio donde la tecnología no reemplaza el encuentro, sino que lo sostiene. Donde conversar también es aprender. Donde estar conectadas no significa estar solas.
En la Biblioteca del Futuro, mientras el mundo parece estar cada vez más aislado decidimos hacerlo distinto y crear oras relaciones posibles. Entre mensajes anónimos, memes y audios reenviados, descubrimos que usar Internet en grupo también es una forma de cuidado.
Este año también entendimos que otro Internet posible no se construye solo conversando, sino tocando la tecnología.
En los SOLE Labs —en Dominguillo, El Tambo y Boca de Camarones— el Internet dejó de ser una caja negra. Niñas, jóvenes y personas mayores lo exploraron juntas: inventaron antenas, hicieron preguntas, y crearon mitras usaban el internet en grupo.
Ahí apareció con más fuerza algo que siempre ha estado en el corazón de SOLE: el espíritu cacharrero. Ese deseo de desarmar, probar, equivocarse y volver a intentar. No para optimizar el Internet, sino para hacerlo propio.
Ese mismo espíritu atravesó SOLE Voltaje, nuestra guía de soluciones de conectividad. Una guía que no busca recetas universales, sino abrir conversaciones sobre autonomía tecnológica, contexto y cuidado. Este año fue probada por algunos granties de BOLT, y lo más valioso no fueron solo las pruebas técnicas, sino las preguntas que surgieron:
¿qué significa no depender completamente de otros para conectarnos?
¿qué pasa cuando entendemos cómo funciona lo que usamos todos los días?
Este año, ese otro Internet posible también fue visto desde fuera.
De todo esto nace el Movimiento SOLEro. No como una idea nueva, sino como la continuidad de algo que venimos haciendo hace años: no aceptar que solo existe un Internet posible.Quizá la pregunta no sea ya “¿de quién es el Internet?”, sino “¿qué queremos que sea?”
Y si lo que queremos es un Internet más humano, más comunitario, más nuestro, entonces no basta con tener proyectos aislados. Hace falta juntarnos. Hace falta un movimiento.Cuando el Internet se usa en grupo deja de ser una autopista de información y se convierte en un territorio común. Un territorio donde nadie aprende sola, donde el conocimiento se co-construye, donde la tecnología se vuelve una excusa para conversar, para inventar, para imaginar posibilidades que no aparecerían si estuviéramos aislados.
El Internet no tiene un solo dueño.
Y su futuro tampoco.
Y si lo pensamos juntas, crearemos un movimiento para conectarnos sin miedo que será imparable.
