Historias SOLEras

La herida abierta: una reflexión sobre la Redes Sociales y la guerra

autor:

Manuela Córdoba

fecha:

February 15, 2024

lectura:

00:07:00

¿Qué sucede cuando la guerra en Palestina se convierte en solo otra noticia en nuestro feed de redes sociales? A partir de su experiencia como exploradora SOLE, Manuela reflexiona sobre la guerra en Palestina y se cuestiona el papel de las Redes Sociales y sus espectadores cuando se trata de informar sobre el dolor de otros...

Mientras en algunas partes del mundo siguen celebrando “San Valentín” se cumplen 131 días de guerra en Palestina. El número de víctimas -en su mayoría niños, mujeres y civiles no combatientes- avanza a 28.500 personas. Las redes sociales, los noticieros, los periódicos, todos los medios de comunicación comparten por todos sus canales de difusión, desde el 7 de octubre, entre otras cosas, los gestos del dolor, los rostros de la pérdida, los gritos y los estruendos de los bombardeos en #Gaza, aunque parecieran ya no tener tanto impacto. 

He seguido de cerca lo que comparten periodistas palestinos, medios de comunicación alternativos, incluso la demanda al estado de Israel ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) que hizo el gobierno sudafricano y, también, lo que han escrito algunos personajes de la opinión pública. Hace pocos días Israel bombardeó campos de refugiados y sigo preguntándome hasta qué punto la representación del dolor humano, las caras anónimas desperdigadas sobre un paisaje estremecedor y turbador, nos conmociona y nos sumerge en la cruda realidad de la guerra.

Susan Sontag escritora y filósofa judía, que escribió en Ante el dolor de los demás: “En un mundo no ya saturado, sino ultra saturado de imágenes, las que más deberían importar tienen un efecto cada vez menor: nos volvemos insensibles”.

Cada día, cuando abrimos nuestras Redes Sociales, vemos cómo las cifras de muertos, desplazados y heridos, siguen y siguen aumentando. Vemos más casas quemadas, más cuerpos desvanecidos. Seguimos perfiles que denuncian lo que está pasando para estar “más informados”, para tener “el último detalle de la historia”.  Después, pasamos a la siguiente noticia, al siguiente video, a la siguiente “Historia” de Instagram y nuestro día sigue adelante, como si nada. Y entonces, me pregunto cómo es posible que normalicemos tanta desgracia humana. 

Tenía razón Sontag cuando decía que al reproducir una imagen tan dolorosa una y otra vez, el dolor pierde sentido porque se descontextualiza de dónde viene, el por qué está sucediendo, quién lo está sintiendo, sobre todo me lo pregunto porque efectivamente cada vez parece importarnos menos lo que aún sigue sucediendo en Palestina. Lo que al principio parecía un tema recurrente y constante en los medios de comunicación ha perdido su primacía y se ha silenciado.

Pero entonces, ¿qué podemos hacer? ¿seguimos reproduciendo y compartiendo imágenes del dolor de otros?,¿seguimos hablando de la guerra? ¿nos quedamos en silencio? ¿cómo hablamos sobre lo que duele?

Fui Exploradora SOLE en la región de Montes de María, para el programa Hilando Vidas y Esperanza de USAID implementado por la OIM. En este caso, lo que hacemos como Exploradores SOLE es viajar a esa región en busca de posibles Embajadores, los inspiramos y  los formamos en la metodología SOLE  para que ellos puedan replicarla en sus territorios.

De esas salidas de campo me quedan las historias de los Embajadores de las regiones, recuerdo cómo a veces los pelos se me ponían de punta escuchándolos, cómo intentaba contener las làgrimas para no interrumpir su historia, para no entrometerme y cómo en algunas ocasiones también las palabras eran insuficientes para poder expresar el dolor de la herida de guerra que aún seguía vivía. 

Pienso en estas personas, mientras escribo esto, porque al saber que había un nombre, una cara, una historia, una ficción compartida, el dolor de la guerra adquiere otra dimensión. Cuando compartimos las imágenes de guerra, de heridos sin nombre, sin rostro, sin nada que nos una a ese otro, tal vez, como dice Sontag, estemos constituyendo un vìnculo falso:  “Hay un vínculo a todas luces falso, entre quienes sufren remotamente —vistos de cerca en la pantalla del televisor— y el espectador privilegiado, lo cual es una más de las mentiras de nuestras verdaderas relaciones con el poder.”

Y con esto, no quiero decir que las imágenes, los testimonios o los videos de cuerpos salpicados de sangre nieguen que en efecto existe un padecimiento que se vive y es producto de la guerra, solo me pregunto por la saturación que produce ese tipo de contenido. Me pregunto por las imágenes de guerra que se mueven en los medios de comunicación y si su reproducción masiva termina convirtiéndolas en objetos de consumo, que poco a poco, hacen de nosotros los espectadores privilegiados, actores pasivos frente a la condición del otro.

En un mundo saturado de imágenes de dolor y sufrimiento, es fácil caer en la desensibilización y la apatía. Lo mínimo que podemos hacer frente a la avalancha de tragedias que nos rodean es recordar nuestra humanidad compartida y la responsabilidad que tenemos hacia el otro.

Cada imagen de guerra, cada historia de sufrimiento, debe ser más que un espectáculo mediático. Trascendamos la pasividad del espectador privilegiado y seamos agentes activos de cambio, cuestionemos la representación del dolor en los medios de comunicación, antes de compartir algo, de darle bombo a otros, reconozcamos el contexto y de dónde viene la información. Creemos juntos otras formas de difundir lo que está pasando para que hablar sobre Palestina no sea un tema más dentro de la agenda de actualidad.

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